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El papa ordena a Jaime I que abandone a sus vasallos del sur de Francia


 

BARCELONA, 15 abril 1226. El papa Honorio III (78) ha comunicado a Jaime I (18) que se abstenga de intervenir en apoyo de sus vasallos en el Midi francés durante la cruzada cátara que en breve retomará el rey de Francia, Luis VIII (39). El papa, que al fin y al cabo es el señor feudal de Aragón (por la infeudación del reino que en su día hizo Pedro II El Católico (+1213), padre de Jaime I), pretende neutralizar la ayuda aragonesa a los cátaros para evitar lo que ocurrió en 1217, cuando el conde Sancho (+1223), tío de Jaime I y por entonces procurador general de Aragón, colaboró con Raimundo VII de Tolosa (29) para recuperar la ciudad de manos de los cruzados. Esta prohibición es la que ha transmitido Jaime I a sus vasallos en un documento fechado hoy en Barcelona.


Aragón lleva cincuenta años haciendo malabarismos para conjugar sus obligaciones respecto a la defensa de sus vasallos del Languedoc con la obediencia a Roma, una situación que se volvió casi inmanejable cuando, tras el asesinato del legado papal en 1209, Inocencio III (+1216) decretó la cruzada albigense contra los cataros del sur de Francia. Desde entonces, las peticiones de ayuda de los vasallos del Midi a su señor feudal han sido muy frecuentes, especialmente del señor de Tolosa. Y no siempre con resultados positivos para el reino hispano: en 1213, Pedro II intervenía en apoyo de Raimundo VI de Tolosa (+1222) para encontrar la muerte en la batalla de Muret, mientras que en 1217, el conde Sancho apoyaba al hijo de aquél, Raimundo VII, en la reconquista de Tolosa, una empresa militar coronada por el éxito pero que a la larga le costó el puesto al conde Sancho, que fue destituido por el papa como procurador general de Aragón.


Por todo ello, el prestigio del rey de Aragón se mantuvo alto entre los señores que apoyan a los cátaros, pues se trata de su principal aliado ante la poderosa coalición del papado con Francia. Y por ello el retraimiento de Jaime I ha causado gran indignación en la zona donde, en lo sucesivo, los trovadores provenzales tratarán a Jaime I como un traidor a sus vasallos. Al sur de los Pirineos, sin embargo, las cosas se ven de otra manera: ¿Qué otra cosa podría hacer si no Jaime I, prisionero de unos nobles que no encuentran beneficio en intervenir en Francia?


Ante la ausencia de Aragón, Luis VIII de Francia, dotado por Roma de todos los medios necesarios, ha iniciado la cruzada contra los cátaros exitosamente, conquistando Avignon y otras ciudades importantes. Ahora se dirige a Tolosa, donde el conde Raimundo VII espera la llegada de las tropas reales con una fuerza muy inferior que las que dirige el rey francés.


IMAGEN SUPERIOR: MINIATURA DE LA TOMA DE AVIGNON POR LUIS VIII (WIKIPEDIA)



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