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Alfonso VIII de Castilla abandona a su esposa Leonor por una hermosa toledana


 

TOLEDO, 1194. Un enorme escándalo ha estallado en la curia real de Burgos: Alfonso VIII de Castilla ha abandonado a la reina, Leonor de Inglaterra, y se ha ido a vivir a Toledo con una joven desconocida. La pareja se ha encerrado en el palacete de La Galiana, también conocido como La Huerta del Rey, donde llevan meses viviendo su apasionado romance. Poco se sabe de la joven que ha enamorado al rey de Castilla. Según parece, se trata de una mujer que responde al nombre de Raquel y cuya belleza es legendaria entre la comunidad judía de Toledo.


Dicen que el rey Alfonso VIII conoció a la bella toledana de forma casual. Estando de caza en los alrededores de la ciudad, el monarca acertó a un halcón que, herido, cayó en el patio de una casa particular, ubicada en el barrio judío. Allí fue don Alfonso a recuperar su pieza, y cuando Raquel abrió la puerta ambos quedaron impresionados; la joven porque tenía ante ella al mismo rey de Castilla y Afonso VIII por la belleza de la mujer. Ambos quedaron prendados uno del otro al instante.


El asunto se ha convertido en un escándalo mayúsculo, no tanto por la infidelidad del rey algo bastante usual en las monarquías de todo el mundo), sino por su larga duración, ya que el rey, preso del influjo del amor, hizo saber a sus allegados que no quería saber nada del mundo exterior, ni de su familia ni de la dirección del reino. Leonor de Inglaterra, no cabe en sí de indignación y sus dos mayores colaboradores, Diego López de Haro, alférez de Castilla, y Rodrigo Jiménez de Rada, arzobispo de Toledo, están alarmados: las treguas con los almohades están a punto de expirar, y dado el incremento de la tensión en la frontera, es muy probable que no se renueven, mientras que la reina Leonor de Inglaterra, les exige a ambos que consigan como sea el inmediato regreso de Alfonso VIIII con su familia.


Alfonso VIII no abandonará a su amante hasta , según los cronistas, ¡siete años después!, y lo hará a la fuerza, cuando una comitiva de nobles, liderada por Jiménez de Rada y López Haro, se presenten en Toledo, al mando de sus tropas, y amenacen con luchar contra la guardia real y llevar al monarca preso ante su mujer. Por fin, Alfonso VIII entró en razón. En lo sucesivo, ya no abandonaría su meteórica carrera hacia la hegemonía de la Península Ibérica.


Alfonso VIII de Castilla y Leonor de Inglaterra ya no se separaron el resto de sus días. Murieron casi al mismo tiempo y están enterrados juntos en el Monasterio de Santa María de la Huelgas, en Burgos, que también construyeron juntos.


IMAGEN SUPERIOR: FOTOGRAMA DEL DOCUMENTAL

"TOLEDO, EL AMOR DE ALFONSO VIII Y RAQUEL"



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