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Alfonso IX de León acelera; entra en Mérida, Badajoz y Elvas; Córdoba y Sevilla a la vista


 

BADAJOZ, abril 1230. Alfonso IX de León apunta al corazón de Al-Ándalus tras una rápida y contundente explotación de la conquista de Cáceres. Si la fortaleza cacereña lo retuvo ante sus murallas la friolera de 15 años hasta que pudo conquistarla, un año después Alfonso IX ha tomado Mérida, ha derrotado contundentemente al ejército de Ibn Hud, ha entrada en Badajoz y ha tomado Elvas. El monarca leonés ha llevado la frontera a solo 200 km de Sevilla, la capital de Al-Ándalus, y a 260 km de Córdoba, la mítica capital del califato. El éxito ha sido enorme.


Rápido, pero no fácil. Alfonso IX de León fue consciente de que, una vez conquistada Cáceres, se le abría una oportunidad única para adentrarse en Al-Ándalus. Decidió no esperar a la primavera siguiente y, tras organizar la recién conquistada Al-Quazris (Cáceres, “Los Alcáceres”), se lanzó hacia el sur. Su objetivo era Mérida, la ciudad más importante, junto con Toledo, de la época visigótica. Poco sabemos de cómo transcurrió la conquista de la ciudad, pero el sitio debió comenzar al principio del invierno. La ciudad era tan estratégica para la defensa de Al-Ándalus que Ibn Hud, el líder que ha galvanizado el descantó andalusí contra los almohades y que intentaba doblegar la resistencia de Zayyan Ibn Mardanish en Valencia, decidió abandonar el sitio de la ciudad del Turia y cruzar el país para salvar Mérida. De nada le sirvió. Alfonso IX lo esperó en Alange, y allí le infligió una derrota aplastante. Las esperanzas de Mérida se desvanecieron totalmente; a finales de febrero, la ciudad se entregó al rey de León.


La caída de Mérida fue un mazazo tremendo para la población andalusí occidental. Sin posibilidad de recibir ayuda militar, la mayoría de los habitantes abandonaron sus ciudades y llenaron los caminos de refugiados. Alfonso IX volvió a actuar rápidamente, y en abril de 1230 entraba en una Badajoz abandonada. Sus huestes también encontraron abandonada la cercana ciudad de Elvas, que más tarde cederían a Portugal por pertenecer a su reserva de conquista. Trujillo quedó como la fortaleza musulmana más adelantada. En estos momentos, a Alfonso IX de León solo le separan 200 km. de Sevilla y 260 de Córdoba, el corazón de Al-Ándalus (con permiso de Murcia).


La archidiócesis de Mérida no será restaurada.


A pesar de las insistencias del papa Gregorio IX, Mérida no recuperará su primitiva y originaria condición de sede arzobispal. Los intereses del arzobispo de Santiago de Compostela y de los caballeros de la Orden de Santiago, puntales de poder de Alfonso IX, han primado sobre los deseos de Roma y han impedido que la primera y más importante de las sedes metropolitanas hispanas recupere la posición que tenía antes de la invasión musulmana.


Efectivamente, Mérida fue la primera y más grande de las sedes metropolitanas creadas al durante la dominación de Roma (255 d.C.), algo acorde con la importancia de Emerita-Augusta como ciudad hispánico-romana. Su extensión abarcaba toda la Lusitania, León, Galicia y la Extremadura actual. Esta situación que se mantuvo durante el reino de los visigodos y aún en los primeros años de la llegada de los omeyas, pero en el año 1119, el papa Calixto II creó la provincia metropolitana de Santiago de Compostela y trasladó a ella todos los derechos y privilegios que tenía la sede emeritense. Mérida, como Badajoz, solo será sede episcopal.


Y así seguirá siendo durante los próximos ocho siglos hasta que, en 1994, el papa Juan Pablo II creó la nueva provincia eclesiástica de Mérida-Badajoz, uniendo ambos obispados. El arzobispo tiene su sede en Badajoz.


IMAGEN SUPERIOR; TEATRO ROMANO DE MÉRIDA, de CIVITATIS.COM



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