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Federico II funda la primera universidad laica en Nápoles


 

NÀPOLES, 5 junio 1224. El emperador ha formalizado hoy su deseo de sustraer a la iglesia de Roma la formación del personal administrativo del imperio fundando la primera universidad de la Historia que no tiene sus raíces en los estudios generales de una catedral. Federico II rompe así el monopolio y el control que la Santa Sede ejerce sobre las recién fundadas universidades del norte, especialmente Bolonia. Se trata, pues, de una vuelta de tuerca más en las tensas relaciones que mantienen el Sacro Imperio y la Iglesia Romana.


En realidad, desde una perspectiva histórica, la iglesia de Roma no se había preocupado demasiado de proteger e institucionalizar los estudios generales que estaban prosperando en las escuelas de las catedrales, los auténticos embriones de las universidades que en estos momentos, desde el cambio del siglo XII al XIII, empiezan a florecer por toda la Cristiandad. Pero todo cambió cuando, precisamente durante otro momento de tensión imperio-papado, el entonces emperador Federico Barbarroja (abuelo de Federico II) publicó la constitución Authentica Habita (1155), hace ahora casi 70 años. En ella, protegía a la comunidad de estudiantes y profesores de la prestigiosa Bolonia en las disputas que mantenía con las instituciones de la iglesia, pero con el claro objetivo político de conseguir el apoyo de la comuna de Bolonia en la guerra que por entonces mantenía con el papa Alejandro III y las ciudades lomnbardas. Estos acontecimientos alertaron a Roma de la importancia de controalr los focos de enseñanza superior, la mayoría de los cuales se ubicaban en las escuelas catedralicias de los pujantes reinos de la Cristiandad. Los grandes papas Alejandro III e Inocencio III se dedicaron a esta política y extendieron la protección y la regulación a los principales centros, como la propia Bolonia, o apoyando a otros reinos en el mismo sentido, como las universidades de París o Montpellier en Francia, Palencia en Castilla o Salamanca en León.


Es en este contexto donde el emperador ha decidido fundar ex – nuovo la primera universidad laica, y es significativo que la haya establecido en Nápoles y no en Salerno, donde se encuentran los prestigiosos estudios de medicina dependientes de su catedral. Federico II aspiraba, ni más ni menos, que a crear una amplia élite intelectual que defendiera al imperio y al emperador mediante la ley y la cultura, con lo que la universidad de Nápoles se especializará en el estudio y desarrollo del derecho romano, el cuerpo legal que los nacientes estados medievales están adoptando para aumentar su independencia de la iglesia católica.


En los años siguientes, el emperador intentará atraer a los principales profesores de Bolonia, prohibirá a los de Nápoles emigrar a otros centros y enviará a especialistas de su confianza a influir en otras universidades, como Padua o Módena. La universidad de Nápoles, por lo tanto, será un foco de tensión permanente en las relaciones imperio-iglesia, pero eso no evitará que alcance un gran prestigio en el terreno del derecho, atrayendo a los principales profesores de leyes de la época. Por ejemplo, a finales de este siglo XIII, en la universidad de Nápoles estudiará primero y enseñará después el joven Tomás de Aquino, antes de su traslado a París.


Actualmente, la ciudad de Nápoles, con casi un millón de habitantes, tiene cuatro universidades, siendo la más antigua y prestigiosa la fundada en 1224 por el emperador Federico II, y que desde 1987 lleva su nombre, llamándose Universidad de Nápoles Federico II.

IMAGEN SUPERIOR: FACHADA ACTUAL DE LA UNIVERSIDAD DE NÁPOLES FEDERICO II

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