Jaime I, bajo mínimos y desafiado por la nobleza
ALBARRACÍN, agosto 1220. El rey Jaime I ha tenido que huir a Aragón después de que fracasaran las operaciones militares contra sus díscolos nobles. Para unos se trata de un fracaso que ahonda en la debilidad del monarca, mientras que para otros es una muestra de su determinación por hacer frente a los desafíos de sus nobles.
La situación de Jaime I empeoró mucho cuando el papa Honorio III destituyó a su tío el conde Sancho como Procurador General de Aragón y nombró un Consejo de Regencia, que más que regir se dedicó a la inactividad, lo que desató una guerra de banderías entre los nobles. En uno de estos conflictos se vio involucrado uno de sus leales, Llop d’Alvero, quien se enfrentó a Rodrigo de Lizana, protegido de Pedro Fernández, señor de Albarracín. Hasta allí fue Jaime I, pero eligió mal sitio para empezar su aprendizaje militar; una ciudad que no es que sea difícil de tomar, es que es difícil de cercar. Los sitiadores sufrieron varios reveses, y al final se pactó el levantamiento del cerco, lo que dio cierta pátina de respetabilidad a la retirada, pero que no evitó la pérdida de prestigio de don Jaime.
Poco después, en 1222, Jaime I confirmó a su fiel Nuno Sanz como heredero del condado de Urgell, una importante posesión que se encuentra en disputa desde el fallecimiento de su último señor, Armengol VIII, quien testó a favor de su hija Aurembiaix y, si lo hubiese, su primogénito, o en caso contrario a favor de su hermana Marquesa, casada con Ponce de Cabrera, perteneciente a al poderoso linaje catalán de los Cabrera.
Esta decisión ha funcionado como catalizador para unir a toda la nobleza contra el rey, pues a los Cabrera y Fernández de Albarracín se unen ahora los Montcada y los Cardona, también pertenecientes a la alta nobleza del reino, tanto aragonesa como catalana. Sintiéndose totalmente superiores, persiguieron a Jaime I y a Nuno Sanz durante la primavera de 1223, obligándoles a tomar refugio en el castillo de Monzón, la fortaleza de los templarios a quienes el papa había ordenado proteger y educar a Jaime I. Después, tras ser rechazados en Monzón, los rebeldes marcharon al Rosellón, donde llegaron a cercar su capital, Perpiñán, para girar hacia al sur y atacar las tierras de Arboç, Piera y Terrasa.
Con todo, Jaime I no ha escondido su responsabilidad de señor feudal de Nuno Sanz y ha sitiado al castillo de los Montcada. Pero su inferioridad era patente y acabó cosechando un nuevo fracaso, teniendo que levantar el cerco y sufriendo otra pérdida de prestigio. A continuación, el rey ha decidido abandonar Cataluña y volver a Aragón en busca de más apoyos, pero en estos momentos no hay noble importante que se comprometa con el rey. Ahora mismo, a primeros de 1224, Jaime I se encuentra refugiado en Alagón junto con Nuno Sanz a la espera de que mejore la situación. Pero hasta allí acaban de llegar las tropas de los Montcada, Cabrera y demás. El futuro del rey Jaime pende de un hilo.
IMAGEN SUPERIOR: PANORÁMICA DE ALBARRACÍN
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