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El ejército almohade cruza el estrecho y conquista Salvatierra



 

SALVATIERRA, septiembre 1211. La respuesta del califa al-Nasir a la rotura de las hostilidades por parte de Alfonso VIII no se ha hecho esperar: un ejército almohade con más de 100.000 efectivos ha cruzado el estrecho este verano, y se ha adentrado en la meseta a través de Sierra Morena. Allí ha puesto cerco al castillo de Salvatierra, importante fortaleza ubicada en la vía que une Córdoba con Toledo. Muhammad al-Nasir es hijo de Yaqub al-Mansur El Victorioso, el califa que consiguió la victoria para los almohades en la batalla de Alarcos, y que es conocido por los cristianos como Miramolín por una contracción de su sobrenombre Amir al-Munim, "Príncipe de los Creyentes".


La guerra la inició Alfonso VIII ordenando que se retomaran las cabalgadas contra los almohades, que estaban interrumpidas desde que en 1197 se firmaron las treguas tras Alarcos. Así, a finales de 1209, el rey castellano realizaba una gran incursión sobre Jaén, a la que seguiría otra, durante el verano de 1210, que arrasó los campos de Xátiva, consiguió gran botín y llegó hasta el mar Mediterréno (y que levantó las suspicacias del rey de Aragón, pues Castilla estaba atacando su reserva de conquista). Un ejemplo que, alentado por la concesión de indulgencias papales, y también por ser vasallo del papa, imitó Pedro II de Aragón cuando, con la ayuda de los órdenes militares, conquistó la ciudad de Ademuz. Ante la gravedad de los ataques, al-Nasir desplazó su enorme ejército a Al-Andalús y, a través de Sevilla y Córdoba, se dirigió hacia el objetivo que todos pedían a gritos: el castillo de Salvatierra.


Salvatierra, cuya defensa estaba encomendada a la orden de Calatrava en 1195, fue una de las muchas posesiones que los calatravos perdieron tras la derrota de Alarcos, donde también perdieron su sede principal de Calatrava la Vieja, situada más al norte sobre el río Guadiana. Ante esta humillación, la orden militar, que quedó tan mermada que estuvo a punto de desaparecer, organizó una arriesgada operación para recuperar el castillo: al mando de su maestre Martín Pérez de Seones, un contingente de 400 caballeros y 700 peones se lanzó sobre la fortaleza y consiguió arrebatársela a los almohades. Contra todo pronóstico, y ante el desinterés de los propios almohades por su bajo valor estratégico, los calatravos consiguieron mantener el castillo durante trece años, convirtiéndolo en el único enclave cristiano en un mar musulmán en cien kilómetros a la redonda. Desde entonces, el castillo de Salvatierra se convirtió en la esperanza de los cristianos y en una humillación para los almohades, con lo que al-Nasir decidió que había llegado el momento de acabar con él.


El ejército almohade le puso sitio a finales de julio de 1211, pero los 300 caballeros que lo defendían consiguieron resistir todos los ataques mahometanos durante 51 días. Durante ese tiempo, el impulsivo Alfonso VIII, que seguía atentamente las operaciones desde Toledo, estuvo a punto de intervenir en varias ocasiones, pero al final siguió los consejos de su hijo y organizador de la guerra, el infante Alfonso, quien sabía que los preparativos no estaban completados, con lo que el ejército se arriesgaban a sufrir otra derrota como la de Alarcos. Para la conquista final, al-Nasir tuvo que utilizar grandes máquinas de asalto y todo tipo de tácticas, tal era el alto grado de inexpugnabilidad de la fortaleza.


Con la posesión de Salvatierra, los almohades tienen cubierta su retaguardia en la siguiente fase de las operaciones, donde pretenden buscar y destruir al ejército castellano. Por su parte, Alfonso VIII ha dado la voz de alarma y ha ordenado la aceleración de los preparativos a sus dos apoyos más importantes; su hijo el infante Alfonso, quien desde Toledo se encarga de los preparativos militares, y su canciller Rodrigo Jiménez de Rada, quién de inmediato ha partido hacia Roma para negociar con Inociencio III la declaración de cruzada contra los almohades.


El castillo de Salvatierra se encuentra actualmente en ruinas, y contrasta con la majestuosidad de su gemelo Calatrava La Nueva (antiguo castillo de Dueñas), situado justo al otro lado del valle, y que tras ser reconquistado, será elegido por la orden de Calatrava para establecer en él su base principal.

IMAGEN SUPERIOR: VISTA DEL CASTILLO DE SALVATIERRA,

CON EL CAMINO DE CÓRDOBA A TOLEDO AL FONDO

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