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Masacre en Beziers: "¡Matadlos a todo; Dios sabrá distinguir a los suyos!"



 

BEZIERS, 22 julio 1209. La primera acción del ejército cruzado contra los cátaros ha devenido en una masacre que que ha horrorizado a toda la Cristiandad, pues supera con creces los niveles de violencia más o menos admitidos en los estándares de la época. Casi toda la población de Beziers, una gran ciudad de 10.000 habitantes, ha sido pasada a cuchillo por los soldados del ejército católico.


Al ataque a Beziers constituye la primera acción bélica de envergadura de la Cruzada Albigense, la guerra santa que contra los cátaros proclamó el papa Inocencio III el año pasdo. En junio de 1209, señores venidos del norte de Francia se concentraron en Lyon a las órdenes de Simón de Monfort, jefe militar de la cruzada, y de Arnaldo Amalrico, legado pontificio de la misma. Durante el mes de junio, un imponente ejército que algunos cifran en 20.000 caballeros descendió por el valle del Ródano. Raimundo de Trencavel, vizconde Carcasona y conde Beziers, acudió a su encuentro para negociar con los cruzados, pero estos rechazaron cualquier acuerdo y exigieron la entrega de las ciudades. Trencavel regresó a Beziers y ordenó que la ciudad se preparara para el cerco.


A mediados de julio, el ejército católico ya se encontraba a las puertas de la ciudad. Allí se entablaron las últimos negociaciones entre las partes, donde Raimundo de Trencavel llegó a ofrecer la entrega de 222 cátaros a cambio de levantar el cerco, algo que fue rechazado por los sitiadores, pero también por los habitantes de la ciudad. Así las cosas, parece ser que el 22 de julio, día de la Magdalena, unos insultos por parte de los católicos provocaron una precipitada salida de una patrulla, y en la refriega posterior el ejército cruzado consiguió entrar en la ciudad.


Los católicos se lanzaron entonces al asalto y saqueo de la misma. Se dice que ante el hecho de que en Beziers vivían tanto católicos como cátaros, uno de los nobles preguntó al legado papal Amalrico cómo podían distinguir a unos de otros, a lo que éste contestó; "Matadlos a todos, Dios sabrá distinguir a los suyos!" La carnicería que siguió a sus palabras fue espantosa: todos los hombres, mujeres, ancianos y niños que se encontraron con los cruzados fueron asesinados sin contemplaciones. Muchos de los ciudadanos buscaron refugio en la iglesia de La Magdalena, precisamente el día de su festividad, pero ello no detuvo a los asaltantes, quienes consiguieron entrar en el templo y matar a todos los que allí se refugiaban. El sacerdote Guillermo de Tudela, a pesar de ser partidario de los católicos, no pudo reprimir su espanto en su obra "Canción de la Cruzada contra los Albigenses":


"Por ello Beziers han destruido y asolado, que a todos los mataron: no lo pudieron hacer peor. Y mataron a todos aquellos que en la iglesia se acogieron, que no los pudo salvar cruz, altar ni crucifijo; y a los clérigos herían los enloquecidos rufianes pordioseros y las mujeres y los niños, que creo que ninguno escapó. ¡Dios reciba sus almas, si le place, en el Paraíso! Creo que nunca tan fiera muerte, desde el tiempo de los sarracenos, no creo que se hiciera, ni que ninguno la consintiera"


Sobre el resultado de la matanza se han dado todo tipo de cifras, como la de 20.000 muertes, a todas luces exagerada, o el que se matara a todos los habitantes de Beziers, lo que no puede ser cierto porque la ciudad siguió activa tras el saqueo. La cifra de entre 6.000 y 8.000 asesinados es la más aceptada entre los especialistas.


La matanza de Breziers se propagó de tal manera por toda la Occitania, que los cruzados a penas encontraron resistencia en las ciudades que atacaba. De hecho, avanzaron tan rápidamente que la campaña se ha calificado como " La Camapaña Relámpago" contra los cátaros. El 1 de agosto estaban ante Carcasosa, que se entrego a los católicos sin apenas resistencia, y poco después tomaron Montreal, Fanjeaux y Montlaur, de tal manera que en la primavera de 1210 Simón de Monfort había conquistado todo el este de Occitania y tenía ante sí a los poderosos señores de Tolosa y Foix.


Pedro II, rey de Aragón y señor directo de los condes de Tolosa y Foix, acudió a Carcasona a negociar con Simón de Monfort, donde se encontraba preso Raimundo de Trencavel. Pero las condiciones acordadas, que permitían la salida de éste con algunos acompañantes, no fueron aceptadas por el vizconde de Carcasona, quien acabó muriendo en las celdas de su propio castillo a la edad de 24 años.


Simón de Monfort se instalaría en Carcasona, desde donde dirigía el resto de la cruzada que acaba de empezar. Allí aceptó del legado Amalrico todos los títulos que tenía Trencavel, aunque Pedro II se ha negado a reconocerle como tal.


IMAGEN SUPERIOR: MASACRE DE CÁRTAROS POR CRUZADOS CRISTIANOS

CÁTAROS EXPULSADOS DE CARACASONA EN UN GRABADO DE LA ÉPOCA

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