Yaqub Al-Mansur "El Victorioso", vencedor de Alarcos
MARRACKECH, 23 enero 1198. El califa Yaqub Al-Mansur ha fallecido hoy en Marrackech después de una larga enfermedad. Era califa desde 1184, y durante su gobierno el imperio almohade ha alcanzado el apogeo de su poder. Será recordado por haber derrotado a los cristianos en Alarcos, recuperar el territorio al sur del Tajo y por las grandes obras realizadas en Marrackech, Sevilla y Rabat.
Yaqub Al-Mansur heredó el título califal de su padre Yaqub Yusuf en 1184, cuando éste murió como consecuencia de las heridas en el fallido cerco de Santarem. Fue proclamado califa en Sevilla, tras la vuelta del ejército, y a continuación regresó a Marruecos para comprar el apoyo de las familias nobles. Dejó a su hermano Abu Yahya como visir de Al-Ándalus. En el Magreb se dedicó a la pacificación de Túnez y a la mejora de la administración del califato. Yaqub Yusuf afrontó grandes proyectos arquitectónicos; embelleció Sevilla con la construcción de la nueva e inmensa mezquita aljama (cuyo minarete se convertiría después en La Giralda de la catedral de Servilla), amplió y embelleció los Alcázares Reales y construyó una fortaleza junto al Guadalquivir que llamó Hins-al-Faray y que conocemos como castillo de Aznalfarache. En Marrackech continuó con la construcción de la mezquita Koutoubia, mientras que en la recién fundada Rabat, donde tal vez tenía previsto trasladar la corte, comenzó la construcción de la que sería la mayor mezquita del mundo, pero que quedó inacabada. También fue un califa instruido, que favoreció el desarrollo de la cultura y del arte pero siempre dentro de los rigorismos del fundamentalismo almohade. Protegió a Averroes, y tras la condena de su obra en Sevilla llamó al filósofo a Marrackech, donde el filósofo pasó los últimos años de su vida.
Su principal gesta fue la victoria sobre el ejército castellano en Alarcos, el 19 de julio de 1195, una campaña que organizó para detener las continuas y destructivas razzias de los castellanos hasta el corazón de Al-Ándalus, atacando Sevilla y Córdoba. Se trataba de la primera victoria en campo abierto de las tropas almohades en Al-Ándalus, muy superior, además, a las de los almorávides por la importante franja de territorio recuperada. De hecho está victoria tuvo un importante efecto emocional, tanto en la Cristiandad como en el Magreb, y fue tras ella cuando se le empezó a conocer como "El Victorioso". También desalojó a los portugueses de El Algarve y derrotó a los últimos seguidores de los almorávides, los Banú Ganiya, que resistían en las Islas Baleares.
El título de califa lo heredará su hijo Muhammad an-Nasir.
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