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La inesperada muerte de Enrique VI provoca la anarquía en el Imperio


 

MESINA, 28 septiembre 1197. Enrique VI Hohenstauffen ha fallecido repentinamente de malaria cuando se encontraba en Mesina, ciudad a la que había regresado para enfrentarse a una revuelta de la nobleza siciliana. Después de aplacar dicha rebelión con inusitada dureza (hasta el punto de que su esposa Constanza de Sicilia decidió apoyar a los rebeldes), el emperador empezó a sentir escalofríos cuando se encontraba cazando cerca de Mesina. Dada la tensión con que se han vivido las últimas semanas, algunas fuentes sospechan que pudo haber sido envenenado. Tenía 32 años de edad.


Su inesperada muerte, apenas tres años después de ser coronado emperador, será aprovechada por sus enemigos (la casa rival Welf , y especialmente el papado) para deshacer los planes de dominio mundial que había establecido en Bari. Aunque se ha reconocido a su hijo de tres años Federico Roger como rey de Sicilia, nadie ha permitido que el niño herede la dignidad imperial, tal y como pretendía su padre según el programa declarado en Bari, con lo que se han iniciado los tradicionales procesos de elección del emperador. Así, los partidarios de los Hohenstauffen han propuesto al hermano menor de Enrique, Felipe de Suabia. Pero los Welf han propuesto a Otón de Brunswick, hijo del caído en desgracia Enrique El León.


El enfrentamiento de los dos candidatos está siendo aprovechado por los grandes magnates alemanes, el papado y las ciudad lombardas para aumentar su poder y su riqueza, algo que está debilitando enormemente al imperio. De todos ellos, el más hábil ha sido el papa Inocencio III, quién se ha aliado con la regente Constanza de Sicilia, ha reconocido al niño Federico Roger como rey de Sicilia y poco después, cuando muera Constanza y el niño quede huérfano, se encargará de su custodia y educación, desbaratando así la pinza sur del imperio que atenazaba los Estados Pontificios. Las ciudades lombardas, que habían alcanzado significativas cuotas de autonomía en su lucha con Federico Barbarroja, se han desvinculado del imperio, mientras que los magnates alemanes están aprovechando las grandes concesiones que les ofrecen los dos candidatos para ganarse su apoyo, convirtiéndose en todavía más poderosos de lo que ya eran.


La crisis es de tal gravedad que se ha extendido por toda Europa y ha provocado mermas territoriales del propio imperio. Así, Canuto IV de Dinamarca se ha hecho con Holstein, en el noroeste, y ha lanzado un cruzada para conquistar a los paganos de Estonia, mientras que en el sureste, Otakar I se ha declarado rey de Bohemia con el reconocimiento de Felipe de Suabia, un territorio que desde el año 950 dependía del Sacro Imperio. Las ondas sísimicas también han llegado a Francia y a Inglaterra, con el apoyo de Felipe II de Francia a Felipe de Suabia y el de Ricardo Corazón de León a Otón de Brunswick, mientras que la propia Sicilia también está dividida entre partidarios de una facción y otra, con varios intentos de apoderarse del rey-niño Federico Roger, protegido por el papa.


La guerra civil seguiría con más o menos intensidad hasta que el papa Inocencio III se decantó a favor de Felipe de Suabia, un cambio radical de la situación que se fortalecería con la coroción de Felipe como rey de Romanos en la capilla de Carlomagno de Aquisgrán, en 1205, estando previsto que en breve viaje a Roma para ser coronado emperador por el papa.

IMAGEN SUPERIOR: ENRIQUE VI Y SU ESPOSA CONSTANZA DURANTE EL BAUTIZO DE SU

HIJO FEDERICO ROGER, EN UNA MINUATURA DEL SIGLO XII

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