El Sacro Imperio Germánico conquista Sicilia
PALERMO, 25 diciembre 1194. El emperador Enrique VI, que había fracasado en su intento de conquistar Sicilia en 1191, finalmente ha conseguido su objetivo y ha sido coronado rey de Sicilia en la catedral de Palermo. La coronación consuma una conquista que se inició a principios de este año con el fallecimiento, el 20 de febrero, de Tancredo de Lecce. Tancredo era el hijo bastardo de Guillermo I de Sicilia (el Malo) y hermanastro de Guillermo II (el Bueno), el rey que, poco antes de morir y contra todo pronóstico, declaró heredera del trono a Constanza, la esposa de Enrique VI, iniciando así las reclamaciones del imperio sobre el reino siciliano. Entonces Tancredo lideró la oposición contra esta reclamación y rechazao a Enrique VI en su primera campaña italiana.
Poco después de la muerte de Tancredo, el emperador recibió el ingente rescate por Ricardo Corazón de León (100.000 ducados, cinco veces las rentas de Inglaterra) y con esta fortuna financió un ejército mucho mayor que el que cruzó los Alpes en 1191. En agosto de 1194 Enrique VI conquistaba Nápoles, la ciudad que lo rechazó tres años antes, y en noviembre llegó a las puertas de Palermo, donde Sibila de Acerra, la viuda de Tancredo, actuaba como regente de su hijo Guillermo III, de nueve años, proclamado rey por la nobleza siciliana.
Ante la potencia del ejército imperial, se entablaron negociaciones entre la ciudad y el emperador que culminaron con la promesa, por parte de Enrique VI, de conceder a Guillermo el condado de Lecce y ser reconocido como príncipe de Tarento, así como de respetar los títulos de la nobleza siciliana.
El cruel final de la dinastía Altavilla
Sin embargo, tras la coronación, Enrique VI acusó a Sibila y al grueso de la nobleza italiana de conspirar para arrebatarle el reino una vez que abandonase Sicilia. En esta ocasión el emperador se mostró implacable; ejecutó a la mayor parte de las cabezas nobles y arresto a Sibila y a sus tres hijas, a las que encerró en el convento de Hohenburg, en Alsacia. Pero el que se llevó la peor parte fue el niño Guillermo III; aunque no se sabe a ciencia cierta lo que le ocurrió, parece ser que el emperador mandó que lo cegaran y lo castraran para luego encerrarlo en un castillo en Suabia, donde pasaría los últimos cuatro años de su vida hasta que murió en 1198, a la edad de catorce años.
Esta importante expansión del Sacro Imperio ha sumido en la preocupación a sus dos principales vecinos, Francia y especialmente el Papado, ya que ambos desconfían de las ambiciones territoriales de Enrique VI, ahora ya, sin duda, el monarca más poderoso de su tiempo.
IMAGEN SUPERIOR: ENRIQUE VI DIBUJADO CON EL ESCUDO DE SICILIA. SIGLO XII. FUENTE WIKIPEDIA
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