Federico I Barbarroja; el Sacro Imperio en su apogeo
SUABIA, 1190. Federico I fue el segundo emperador proveniente de la casa de Hohenstaufen, desde que sucedió a su tío Conrado III (1152) hasta su muerte accidental cuando cruzaba el río Self, durante la Tercer Cruzada. (1190). Su reinado se caracterizó por la lucha contra el papado, la victoria sobre la casa rival Welf y por conciliar la pertenencia de las ciudades del norte de Italia al imperio.
En su competencia con el papado por el dominio universal se dedicó a acentuar el origen romano del imperio, y fue también el primero que llamó al imperio Sacro Imperio. En esta tarea, además de al papado tenía enfrenta a los partidarios de la casa rival Welf, conocidos como güelfos y capitaneados por su primo el duque de Sajonia (Enrique El León). Al principio, Federico I contó con el apoyo de su primo a cambio de concederle el ducado de Baviera. Enrique El León se convertía así en el más poderoso señor de Alemania, al frente de los ducados de Sajonia y Baviera. Fue él quien fundó Munich en 1158.
Los tres problemas a los que se enfrentó (papado, casa Welf e Italia) se unieron tras la rebelión de las ciudades lombardas en 1160, a las que, en ese momento, terminó doblegando cuando ordenó la destrucción de la ciudad de Milán, tras más de un año de asedio en 1162 . Pero la potencia económica y financiera del norte de Italia tenía importantes lazos con el papado, con lo que la lucha se trasladó a Roma, donde al año siguiente un cónclave dividido entre gibelinos (partidarios del emperador) y güelfos (partidarios del papa) eligió a dos papas, dando así comienzo un cisma en la Cristiandad. Barbarroja fue coronado emperador por el anti-papa gibelino Pascual III, en 1168.
Con el papa güelfo Alejandro III huido y refugiado en Milán, las ciudades lombardas volvieron a rebelarse, con lo que Barbarroja tuvo que volver a Italia, Pero en esta ocasión, las milicias concejiles derrotaron al emperador en la batalla de Legnano (1176), con lo que el emperador acabó otorgando una amplia autonomía a la Liga Lombarda y aceptando al papa Alejandro III como papa, reconocimiento que se produjo en las mayores negociaciones diplomáticas conocidas hasta entonces: la Paz de Venecia de 1177. En esta guerra se negó a acompañarle Enrique El León, con lo que a su vuelta Federico I Barbarroja le acusó de no prestar ayuda al emperador y le destituyó de todos sus títulos y territorios. Enrique El León provocaría algunas rebeliones más, pero dejó de ser el desestabilizador factor político que había sido hasta entonces.
La caída de Jerusalén y la proclamación de la Tercer Cruzada cambió drásticamente la política del Sacro Imperio: Federico I se hizo cruzado y acudió a Tierra Santa con un ejército de más de 40.000 personas, al que se unieron efectivos húngaros durante la larga marcha por tierra. Las tropas imperiales lograron tomar Iconio, la capital del sultanato turco de Rum, pero ésta fue la última victoria de Barbarroja. Al año siguiente moría accidentalmente cuando cruzaba el río Salef, en Cilicia, el 10 de junio de 1190.
Su hijo Federico, duque de Suabia, pretendió conservar su cuerpo para enterrarlo en Jerusalén, una vez tomara la ciudad, pero los esfuerzos por conservar el cadáver no funcionaron. Así, su carne fue enterrada en la iglesia de San Pedro de Antioquía, sus huesos en la catedral de Tiro y sus corazón y órganos en Tarsos.
IMAGEN SUPERIOR: FEDERICO BARBARROJA, IMAGEN OBTENIDA DEL BLOG LASCRUZADASWEB
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