El papa Gregorio VIII declara la Guerra Santa; comienza la Tercera Cruzada
FERRARA, noviembre 1187. Su antecesor, el papa Urbano III, murió en su residencia de Ferrara poco después de conocer la caída de Jerusalén, y algunas fuentes aseguran que como consecuencia de ello. Tras su elección como Santo Pontífice, Gregorio VIII ha declarado que la caída de la Ciudad Santa es un castigo divino por los pecados de los cristianos, y al año siguiente llamó a la Cruzada en Tierra Santa.
La llamada ha tenido un gran éxito, pues ha sido apoyada por los reyes de Francia e Inglaterra y por el propio emperador. Buscando el lado positivo, la caída de Jerusalén le ha venido a Roma como agua del cielo, pues con el llamamiento a la cruzada y la aceptación del emperador se da por definitivamente cerrada la larga lucha que Imperio y Papado han mantenido en las últimas décadas.
Poco después, en mayo de 1189, un ejército imperial de más de 20.000 hombres al mando del emperador Federico Barbarroja partía de Ratisbona y emprendía la larga ruta hacia Tierra Santa, cruzando Alemania, Hungría y el Imperio Bizantino. Por su parte, Ricardo Corazón de León y Felipe II de Francia viajarán por Mar. En este momento las expectativas son muy altas.
Por su parte, Gregorio VIII no pudo ver el inicio de la cruzadas, pues fallecía apenas dos meses después de ser proclamado papa, el 17 de diciembre de 1187.
IMAGEN SUPERIOR: ASEDIO DE JERUSALÉN EN UN MANUSCRITO MEDIEVAL
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