Sevilla; los almohades embellecen la capital del Al-Ándalus

Al igual que hicieron los almorávides, la ciudad hispalense ha sido la elegida por los almohades para establecer la capital de Al-Andalus, ya que la populosa córdoba se encuentra controlada por la nobleza andalusí, lo que no es del agrado los africanos. Así, desde que Al-Ándalus dejó de ser un territorio independiente para convertirse en provincia periférica primero del emirato almorávide y después del califato almohade, el centro del poder se ha trasladado de Córdoba a Sevilla, ciudad esta última que ha visto como se acelera su crecimiento demográfico y económico.

Tanto los almorávides como los almohades vienen realizando una importante labor constructiva en la ciudad, pero mientras los primeros se ciñeron básicamente a constructores militares, los almohades expandieron su áustero estilo en mezquitas y palacios. El inicio de la construcción de la inmensa mezquita aljama en 1184 por parte del califa Yaqub Yusuf, y le remodelación de los Reales Alcázares son las obras más representativas de este período. También es obra almohade la Torre del Oro.

Aquella gran mezquita aljama fue derruida tras la conquista cristiana con el objetivo de construir sobre su solar la actual catedral de Sevilla, pero se salvaron la Puerta del Perdón, que era la entrada principal a la mezquita, y el minarete, covertido después en campanario de la catedral y que ha llegado a nuestros día como La Giralda.

Los almohades también ha reforzado las murallas de Sevilla, que datan de 844. Hasta esa fecha la ciudad no disponía de defensas, pues nunca se sintió amenazada hasta que, ese año, cien naves vikingas remontaron el Guadalquivir y saquearon Sevilla. Esos vikingos serían derrotados por las fuerzas califales en tierra firme, y es desde entonces que la ciudad se protege tras las murallas.

Sevilla se convertirá en la segunda ciudad en importancia del imperio almohade, tras la capital Marrackech, centro del poder africano desde su fundación por los almorávides en 1062.