Demasiados flecos, demasiado peligro
VERANO, 1174. La fulgurante campaña almohade contra León es un ejemplo claro de lo que espera a los reinos cristianos si estos se empeñan en seguir desunidos.Y sin embargo, los reinos peninsulares no terminan de solucionar sus diferencias y persisten en las luchas internas. Al respecto, solo tres años ha tardado el acuerdo de Sahagún en saltar por los aires, cuando Castilla aceptó una tregua con los almohades y no acudió en defensa de León.
Podemos decir que el legado papal para los asuntos de Hispania (cardenal Jacinto) no está teniendo mucho éxito en su misión de extender el espíritu cruzado entre los cinco reinos peninsulares. Hasta donde sabemos, no se han producido avances significativos en los principales temas que separan a los reyes cristianos.
Por un lado, Castilla y León todavía no han llegado a ningún acuerdo sobre la delimitación de sus fronteras en la conflictiva Tierra de Campos, donde el sobrino, Alfonso VIII de Castilla, no tiene prisa para pactar con un tío, Fernando II de León, al que ve debilitarse por momentos ; por otro lado, las inestables relaciones entre Portugal y León, suegro y nuero respectivamente, siguen condicionadas por los distintos intereses de expansión; y por otro, finalmente, cada vez cobran más fuerza los rumoras que auguran un pacto entre Castilla y Aragón para invadir y repartirse Navarra. Y por si esto fuera poco, el matrimonio entre Fernando II de León y Urraca de Portugal todavía está pendiente de recibir la dispensa papal, algo sobre lo que hay muchas dudas dada la trayectoria del papa Alejandro III en asuntos similares.
Y enfrente el potente ejército almohades, un imperio de fanáticos que ha conseguido dominar El Magreb y todo Al-Ándalus, y que pretende, tal vez un poco ilusoriamente, reconquistar el resto de Hispania. Por tanto, una situación que no augura nada bueno para los próximos años.
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